domingo, 20 de septiembre de 2009

Las perlas de la sabiduría de Marta**

Tengo el inmenso honor de presentarles la que espero que sea una sección permanente en mi blog. Se trata de una sección en la que desvelaré poco a poco, y siempre que el cerebro de mi hermana quiera, pequeños trocitos del gran cerebro de una adolescente de hoy en día. Y libre de botellón, de series con nombre de asignatura odiosa de instituto, motos, drogas y frikismo. Bueno vale, sólo está un poco afectado por los ordenadores, las consolas y los libros de texto. Y por Hannah Montana. Y por los Jonas Brothers. Y por Disney Channel en general. Y por Sé lo que hicísteis. Y por...bueno que es igual. Dentro de lo divertidamente insano, su cerebro está muy sano. Y eso mola.

Como podréis comprobar, es una individua de una especie en extinción, por lo que me resulta doblemente interesante escucharla y compartir con ustedes esas pequeñas reflexiones que hace esta pequeña gran genia.

Y sin más dilación y para ir abriendo boca, aquí les dejo con las dos primeras reflexiones, dignas de ser denominadas como lo haremos a partir de ahora. Bienvenidos a Las perlas de la sabiduría de Marta:

Marta se encuentra haciendo sus deberes de lengua española cuando, entre la desesperación y la risa, busca una respuesta a lo inexplicable y grita al aire:

- TATAAAA!!!!! "Muerte" es un verbo, ¿verdad?...¡AH NO! ¡YA LO TENGO!...¡¡ES UN ADJETIVO!!



Marta hace sus deberes de ciencias naturales en el salón, cuando le surge un pequeño problema:

- Tata, tengo que definir la gravedad, pero no se cómo. Déjame el ordenador.

Y su hermana, con el ordenador entre sus manos, no quiso perder la oportunidad de repartir sabiduría y le contestó:

- Eso es muy fácil. Es la fuerza de atracción de la Tierra...contra la Tierra...No, más fácil todavía...Gravedad fue un tío que se entretuvo en poner super glue por toda la corteza terrestre e hizo que todo se quedara donde está. O...¡NO,NO...MEJOR!...Gravedad fue un pavo que cavó en la corteza terretre y enterró una cantidad innumerable de imanes y ahora posee todas las compañías de calzado del mundo para que todos los zapatos lleven imanes y así no se escape nadie para arriba.

Y Marta, en un alarde mayor aun de sabiduría, dijo:

- Eh...Tata...¿La gravedad no es cuando flotas en el espacio?




Ahí os dejo eso. Pensad, pensad en ello.


(NOTA AL DEFENSOR DEL MENOR: Marta es mi hermana y esta sección tiene su consentimiento absoluto. Vale que le he dado dormidina de esa de las ovejitas y no se entera de un pijo, pero esto va desde el cariño más puro. Y si esto no cuela, yo por lo menos no le hago comerse el pollo a gritos.)

domingo, 6 de septiembre de 2009

brilla,salta,brisa...**

Dame tu luz, yo conozco el camino,
estamos de huida, es la carretera,
dejamos atrás un barrio atascado,
un lago estancado,
diecinueve años.

Pesa el recuerdo, pasan las luces
al revés por el retrovisor,
tu brazo, mi mano en tu regazo,
te miro de reojo,
si, sigues a mi lado.

El aire por tu pelo,
estrellas en el cielo,
la luna tras las nubes
vuelve a aparecer,
voy en movimiento,
tu vives lo que siento,
un instante por delante
parece ya presente,
el mundo se ha parado,
Dios cogió un pincel,
decide que el momento será inmortalizado,
y nos pinta a mano el universo
nos pinta a mano...


No importa lo que digan,
hay quienes nacen estrellados,
otros nacen con estrella,
muchos dejarán sus huellas
bien pegadas al asfalto,
hoy salto alto
mi rutina es gloria,
me tiré de la noria,
lo intento porque siento,
porque vivo en movimiento,
en busca del momento
mediante la constancia,
en la casa, en la almohada,
en el alba de la mañana
todos renaceremos un millón de veces...






Facto Delafé - Pasan las luces

martes, 1 de septiembre de 2009

themask**

La pequeña Lucía se apresuraba a salir por la puerta de su casa, con el pijama aún puesto, las zapatillas de casa y un puñado de monedas cuando Elena la llamó:

- "¡Qué no te has cambiado,mujer! Que tu pijama es bonito, pero no se yo si Roger Rabbit está aún de moda en la calle..."

Lucía cerró la puerta y corrió a su habitación. Una camiseta de tirantes, pantalones cortos y chanclas. Ya estaba lista para bajar al supermercado a por los ingredientes para el pastel que ella y su hermana iban a preparar esa tarde. Salió por fin de su casa mientras su hermana le gritaba lo de siempre:

- "¡Ten mucho cuidado!"

- "¡Vaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaale!" - contestó Lucía, también con el mismo tono de despreocupación de siempre.


Elena preparaba mientras en la cocina todo lo que tendrían que utilizar para el pastel. Tras diez minutos sin saber nada de Lucía, y teniendo en cuenta que el supermercado estaba a escasos metros de su portal, empezó a preocuparse y decidió llamarla al móvil. Fue a por el teléfono y marcó el teléfono de su hermana, que empezó a sonar. Estaba encima de su cama. Asi que la única solución que le quedaba era la más simple, asomarse al balcón. Recorrió toda la casa hasta llegar al salón. Se puso las chanclas y salió al balcón. Se apoyó en la barandilla y giró la cabeza. Y vio a quien no esperaba ver. Cerró los ojos fuerte, con incredulidad, y los volvió a abrir.


El atardecer anaranjaba su vestido azul y sus zapatos de cristal mientras observaba como se ponía el sol desde el porche de su casa. Se dio la vuelta con la intención de entrar de nuevo en ella, resignada, quizá nadie vendría a buscarla al final. Y fue justo en ese momento cuando alguien le cogió la mano. Se dio la vuelta y su sonrisa lo dijo todo. No mediaron palabra, bastó con echar a correr sin pensar en las consecuencias.

Una vez allí, a los pies de aquel castillo, sobre el suelo empedrado y entre los árboles, los destellos dorados de la máscara de ella no eran capaces de eclipsar el brillo de sus ojos azules. Las velas sobraban. Las luces del castillo, también. Sus miradas no se separaban ni un sólo momento y sus cuerpos se acercaban tímidamente cada vez más. Sonrisas y tiernas risas nerviosas. Y se abrazaron y empezaron a bailar. Algunos, contagiados por la magia del momento, siguieron su ejemplo y comenzaron a bailar, mientras las señoras solteras del lugar miraban, se reian con picardía y flirteaban con el primer hombre que pasara ante sus ojos. La noche transcurría con tranquilidad hasta que, de repente, gotas de agua comenzaron a caer del cielo. Todo el mundo corrió a su casa a resguardarse de la lluvia. Las velas se habían apagado. La banda había dejado de tocar. Pero ellos seguían ahí, en el mismo sitio donde habían estado toda la noche. Y, a la vez que el espacio entre ellos se reducía, sus labios comenzaron a acercarse. Se miraron. Se rieron. Y fue entonces, cuando los fuegos artificiales coloreaban aquel cielo negro, cuando sus labios se juntaron.

Elena volvió a pestañear. Y ahí estaba Lucía, sonriente, cargada de bolsas y saludando efusivamente a su hermana desde la calle, como si nunca la hubiera visto antes. Subió corriendo y entró en casa:

- "¡Eh Elena! Vengo a decirte que ya me he muerto por cruzar sola. ¿Sabes qué? He visto a tu amigo ese...el rubio...no se como se llama."

- "Está bien saberlo. ¿Y era Javi?"

- "Si...supongo. Que me ha dicho que te diga que mañana te viene a recoger a las 9 para ir a la fiesta de tu otra amiga. ¿Tienes todo preparado?"

- "Claro que si."

- "¿No te falta algo?"

- "¿El qué?" - Preguntó Elena, un poco alarmada mientras se sentaba en la cocina y volcaba los ingredientes en un bol.

- "Toma, me ha dicho que te lo dé." - Dijo Lucía, acercándole a Elena una bolsa negra.

- "No puedo cogerlo ahora, que estoy haciendo la masa. Déjalo en la mesa del salón, porfa."

Un rato más tarde, Elena llevaba el pastel al salón y, al ponerlo en la mesa, descubrió qué era lo que se le olvidaba.

Una extraña sensación recorrió todo su cuerpo. La máscara era preciosa. De purpurina, dorada, con el contorno de los ojos y los filos de color azul oscuro. Iba genial con el vestido azul que se había comprado el dia anterior. Y con los zapatos de cristal, todo era perfecto.












Pereza - Llévame al baile