martes, 2 de febrero de 2010

exámenes**

Los exámenes de febrero son como los gimnasios.

Un mero propósito de año nuevo. Creo que uno de los más comunes después de "este año dejo de beber/fumar" es "este año me las saco todas en febrero".

Y digo que es como un gimnasio porque, si os dais cuenta, seguimos los mismos pasos para hacer una cosa que para hacer otra.

El primer paso es la fijación de objetivos.

a. Tú, que estás en la talla 42, te miras al espejo y dices "este año, me quedo en la 38".

b. Tú, que estás a dos asignaturas de quedarte fuera de la carrera, te miras al espejo y dices "este año, estudio de verdad y apruebo".

El segundo paso es la mentalización.

a. Tú, que te acabas de hacer un plan de sesiones para llegar a la 40 en febrero, te das cuenta de que si no empiezas en dos semanas, no te da tiempo a perder la talla.

b. Tú, que te acabas de hacer un plan de sesiones para estudiar todo poco a poco, te das cuenta de que si no empiezas en dos semanas, no te da tiempo.

Pero es aquí cuando entra en funcionamiento una extraña ley, que parece ser universal, que dice que "cuanto más importante sea lo que tienes que hacer, más interesante se volverá todo a tu alrededor".

a. Decides que lo mejor es salir a comprar ropa nueva para el gimnasio y mañana empiezas. Te encuentras con las rebajas. En las rebajas, te encuentras con la que era tu mejor amiga del instituto. Resultado: En una semana, tienes otra talla más.

b. Decides que lo mejor es recoger tu habitación para no distraerte con nada. Te encuentras la caja donde guardabas las películas en el instituto. En la caja, te encuentras las temporadas de aquella serie infantil que tanto te gustaba en el instituto y que nunca afirmaste haber visto. Resultado: En una semana sigues sin tocar un libro pero ya le has sacado parecido a Tinkiwini, Dipsy, LaLaa y Po con tus compañeros de clase.

El tercer paso es la preparación física.

a. Tú, que has llegado a la puerta del gimnasio y la has pasado, llegas a la clase y ahí está el monitor. Lo miras fijamente a los ojos con cara de "como me tengas que dar tú la clase, apaga y vamonos". Empiezan los estiramientos con tu ejercicio favorito...por los huevos. Toca abrirse de piernas y llegar con el brazo hasta la punta del pie. Miras al cielo rogando piedad y acordándote de todos y cada uno de los mantecados que te has tomado estas navidades. Aún encima, te tienes que aprender lo que parece ser que todos han aprendido en esa semana en la que tu no has estado.

b. Tú, que has sacado los libros de la maleta y los has puesto en la mesa, te sientas en la silla y ahí está el libro. Lo miras con cara de "como me tengas que enseñar tu algo, apaga y vamonos". Empiezas a estirarte y te crujes los dedos. Y llega tu ejercicio favorito...por los huevos. Toca abrir el libro y coger el subrayador. Y a tu libro no le gusta que le abran las tapas. Miras al libro de nuevo, para después mirar al cielo rogando piedad y acordándote de todos los capítulos de los Teletubbies que habías visto esa semana anterior.

El cuarto paso es el momento de entrar en materia.

a. Tú, que vas por primera vez en tu vida a una clase en un gimnasio, empiezas a seguir la tabla de ejercicios que propone el profesor. Empiezas a creer que toda la gente que te rodea ha nacido con la tabla incrustada en su cerebro y la llevan haciendo desde pequeños, porque sino es imposible que se hayan aprendido todo eso en una semana. Y mira que tú lo intentas, pero que no hay manera de que sepas que va después. Pero tú sigues intentandolo.

b. Tú, que es la primera vez que estudias todas esas asignaturas, empiezas a leer todo los textos que te ha mandado el profesor. Empiezas a pensar que todos tus compañeros de clase nacieron con un pequeño Newmark y otro pequeño Coseriu en la cabeza, porque sino es imposible que se sepan todas esas teorías habiendo estudiado sólo una semana. Y mira que tú lo intentas, pero no hay manera de que sepas a donde quieren llegar esos tipos. Pero tú sigues intentándolo.


El quinto paso es la demostración.

a. Tú, que sabes que hoy te toca demostrar ante el profesor y la clase todo lo que has aprendido, te has preparado a fondo para la ocasión. Decides que lo mejor es no hablar con nadie antes de la clase y concentrarte. Estás repasando mentalmente todo cuando, de repente, tu oído capta una frase de una conversación: "De verdad, el león no me sale para nada, pero se hacer el dragón". Entras en pánico. ¿¡El león!? ¿¡El dragón!? ¡Pero si yo sólo sé hacer la rana, la grulla y el flamenco! Y llega la hora y piensas que, como bien dijo un chino en la tele anunciando coches, es mejor que seas agua y te eches pal río.

b. Tú, que sabes que hoy te toca demostrar ante el profesor y el capullo que se sienta a copiarse de tí todo lo que has aprendido, te has preparado a fondo para la ocasión. Decides que lo mejor es no hablar con nadie antes del examen y concentrarte. Estás repasando mentalmente todo cuando, de repente, tu oído capta una frase de una conversación: "De verdad, de Casado Velarde no tengo ni idea, pero de Escandell Vidal me sé hasta lo que comía su pájaro". ¿¡Casado Velarde!? ¿¡Escandell Vidal!? ¡Pero si yo sólo me se Newmark, Coseriu y la vida de Belén Esteban! Y llega la hora y piensas que, como bien te dijo tu madre cuando tu pez se perdió, es mejor que te vayas al río.

El sexto y último paso es la decisión.

a. No sabes cómo ha salido. Más que nada porque nada más hacer la grulla, has hecho la croqueta y has salido de la clase. Vas a tu casa y te das cuenta de que el vestido que te regaló tu madre no te entra. Vas a la farmacia y te pesas. Llamas a tu amiga del instituto.

b. No sabes cómo ha salido. Más que nada porque nada más acabar la última pregunta has cogido tus cosas de un puñao y te has ido de la clase. Vas a la cafetería, abres el libro y buscas las respuestas. Vas a por una tila y te sientas. Llamas a la tienda de disfraces más cercana.

a. Te encuentras con tu amiga y decides que no hay tanta prisa por meterte en el vestido nuevo. El verde no se lleva. Te pones guapa. Te vas de copas con tu amiga...y a tomar viento.

b. Te encuentras con el dependiente de la tienda de disfraces y decides que no hay tanta prisa por sacarte la carrera. Total, en cuanto acabes vas al paro. Te disfrazas de Tinkiwinki. Te vas de copas...y a tomar por culo.






[Quiero que acabe yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!! Suerte!!:)]

1 comentario:

  1. Muy bueno. Realmente escribes muy bien. Eres imaginativa y ocurrente. Pero esa misma excelencia en la escritura se puede aplicar a todo. La resignación no es un camino ni al éxito ni a la felicidad. Y la suerte es solo un deseo, una muestra de apoyo y un mensaje de ánimo, no una herramienta para conseguir lo que se quiere.

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