Cada lágrima que caía por su rostro quemaba como el fuego. Cada momento que recordaba era un puñal más que se clavaba en ella. Había tenido los ojos cerrados muy fuertemente durante todos esos meses, deseando que se hiciera realidad, cuando no tenía que desear nada. Todo lo que quería lo había tenido delante de ella y no lo había visto. Pero ya era tarde.
Todo comenzó casi por casualidad aquella noche en el Soho. Annie estaba con sus amigos tomando algo en el bar de siempre. Sin quererlo, giró la cabeza y dirigió su mirada hacia la barra, sin dejar de beber de su vodka con mora y arándanos.Y ahí estaba Danny, al que hacía siglos que no veía. Annie se incorporó de nuevo a la conversación que mantenía con sus amigos para, más tarde, volver a mirar hacia donde estaba su amigo, que ya se había marchado. Sin extrañarse lo más mínimo, sacó de su bolso las seis libras que le tocaba pagar y salíó del Crown. Cogió el metro en Picadilly para llegar hasta su casa de Aldridge Road, en Notting Hill. Durante el trayecto, comenzó a pensar en cómo habían perdido el contacto Danny y ella, pero al momento recordó que era mejor no pensar en ello, fué muy desagradable para ella. Finalmente, llegó a su casa. Tenía la fachada amarilla, las puertas y las ventanas, blancas, y un caminito que atravesaba el jardincillo vallado que separaba la calle de su propiedad. Annie compartía la casa con Belle, una chica de Crowborough, que se había ido a trabajar a Londres para independizarse de su familia. Annie entró y se tomó una taza de té, ya en pijama, mientras leía el último capítulo del libro que se había comprado porque "le gustaba la portada" días atrás.
Eran las 6 de la mañana de una mañana lluviosa y fría. Qué esperar de octubre allí sino es lluvia, viento y frío. Taza de té en la cocina, ropa, maquillaje y a trabajar. Lo que parecía un día cualquiera en su vida, no lo iba a ser en absoluto. Llegó a la jugetería en donde trabajaba. Su puesto era el de asistente de tienda en la sección de fabricación de ositos de peluche, es decir, ayudaba a los niños y no tan niños a escoger el tipo de pelo que querían que tuviera el peluche, el mensaje que les iban a grabar, la ropa que les iban a poner...todo para que salieran con el peluche que ellos querían en el menor tiempo posible. La mañana se presentaba tranquila, sólo habían aparecido por allí los típicos turistas que,impresionados con la sección de la juguetería, daban vueltas y vueltas para irse con las manos vacías, hasta que una voz que nos pedía consejo se hizo un hueco entre las voces en diferentes idiomas que se escuchaban alli. John, su compañero de trabajo, atendió entonces a un chico que quería preparar un peluche para una ocasión especial, según había escuchado Annie. Pocos minutos antes de terminar su turno, se colocó ante ella una mujer mayor con la que parecía su nieta, que quería un peluche por su cumpleaños. Media hora más tarde, el encargado de la juguetería se presentó en la sección y se encontró una situación un tanto peculiar. Cajas y cajas de polos para peluches, espuma de relleno por todos los lados,pieles de ositos desparramadas por los suelos, y una niña indecisa que, al final, pensó que sería mejor regalo la muñeca que vendía en exclusiva la juguetería que le hacía la competencia a la de Annie. Ya era tarde y el encargado le confió a Annie las llaves del establecimiento para que cerrara ella después de recoger todo aquel desastre. Mientras recogía, su compañero John la llamó para ver dónde estaba; todos estaban esperándola en donde siempre. Ella le dijo que esa noche no podría ir y le comentó la situación. Eran las diez de la noche, y cogió el metro como todos los días. Abrió la puerta de su casa y Belle la esperaba de pie, con una cara de felicidad que sólo tenía cuando algo muy emocionante ocurría, aunque también a ella le parecía todo muy emocionante:
- "Te han dejado esto en la puerta esta tarde. Y parece ser que quieren verte!"
- "Quién lo ha dejado y, cómo lo sabes?"
- "A lo primero, si lo supiera, no crees que en vez de decir te han dejado esto diría el vecino te ha dejado esto? Y a lo segundo, pues...bueno...ya sabes que una es muy impaciente y la curiosidad..." - dijo Belle entre risas mientras Annie, también sonriente, le quitaba el osito de las manos.
Annie apretó la barriga del osito y escuchó el mensaje:
"Cuando vayas mañana al Crown, preguntale a Neil, que sabrá qué hacer".
- "Bah, Belle, esto ha sido cosa de John y compañía. Ya sabes, las bromitas de siempre, con razón me ha llamado para ver si estaba en casa y ver qué pasaba."
- "Ya, lo que tu digas...té?"
[...]
Largas horas de trabajo pasaban un día más y Annie se había olvidado de la anécdota del osito. Al terminar de trabajar, se dirigió hasta el Crown para encontrarse con sus amigos, pero la sorpresa vino cuando no estaban. Recordó el mensaje del osito y, tras pensárselo un momento, se dirigió a la barra donde estaba Neil. No le dio tiempo a decir nada, cuando ya le había dado un papel en el que había una dirección que correspondía con el parque común de su vecindario. Ni siquiera preguntó, se limitó a ir hasta allí.
Entró al parque y sólo había una persona sentada en un banco. Estuvo a punto de irse, pero no lo hizo. Se dirigió al banco tranquilamente y descubrió en él una cara conocida.
- "Hola. Perdona por tanto misterio, pero has cambiado tu número y tu trabajo. Tampoco sabía donde vivías. El otro día, Neil me lo dijo y yo, pues quería verte, que hacía mucho tiempo ya que no nos veíamos ni nada."
- "Pues desde el instituto. Bastante, si." - Dijo Annie, entre sorprendida, alegre y asustada.
No se podía creer lo que estaba viendo. Después de todo lo que había pasado, Danny estaba ahí de nuevo. Hablando y hablando, se les hizo de día. Danny acompañó a Annie de vuelta a su casa. Se despidieron. Annie fue a abrir la puerta:
- "Pero tú de donde vienes? No tienes que trabajar hoy? OH ESPERA!!Dime que no era una broma de tus amigos!!" - Dijo Belle, disparando las palabras.
- "No, no lo era. Y menos mal."
- "Menos mal?...tú y yo tenemos que hablar seriamente. Pero trabajas o no?"
- "Es mi dia libre! Y sí, ya hablaremos, que ha sido...extraño."
- "Ya..." - Belle se apresuró a coger su teléfono y marcó un número - "Si? Se puede poner el señor Sheffield? Gracias."
- "Qué haces tía?" - Preguntó Annie alarmada, a lo que Belle contestó con un movimiento de manos muy peculiar.
- "Si...señor Sheffield, es que...verá...estoy con fiebre, en la cama, el médico me ha dicho que es mejor que no salga de aquí...muchísimas gracias. Mañana intentaré estar allí como un clavo, gracias."
Belle colgó el teléfono y se dirigió a Annie:
- "Y ahora, té y me cuentas todo, que te veo con ganas."
Entraron las dos en la cocina. Las tazas de té humeaban sobre la repisa de azulejos blancos. Las cortinas verdes de las ventanas oscurecían aún más el día en Notting Hill. Y poco a poco, sin quererlo, Annie estaba contándole toda la historia que traía con este chico desde hacía tiempo. Las confusiones, las terceras personas, todo lo que hizo que se perdiera lo que había. Tenía miedo que se repitiera la historia, o aún peor, que pudiera llegar a más y que acabara como terminó su última relación con aquel chico de Knightsbridge; muy amigos tras romper, pero en realidad ni la amistad quedaba ya. Brandon le había hecho mucho daño, y Annie no quería que se repitiera.
- "No todos van a ser igual que ese cerdo, Annie. Y por lo que me dices...ahí hay algo, me equivoco?". - Belle había dado justo en el clavo.
- "Puede que lo haya, sí. Pero no me quiero hacer ilusiones, ya se que este chico es distinto, y puede parecer que siente una cosa, pero después no es así".
Después de hablar un rato más, Annie fue a acostarse. Después de una noche en vela, estaba agotada. Se echó en la cama y cerró los ojos. La despertó Belle a eso de las cinco de la tarde. Se arregló y se fueron las dos hasta Picadilly para dar una vuelta y comprar cosas para la fiesta de cumpleaños de Belle.
Pasada una semana, Annie despertaba a Belle por la mañana con una enorme tarta de chocolate y crema con 25 velas en ella. Tras felicitarla y darle un abrazo enorme y un regalo, Belle preguntó:
- "No te ha mandado ni un mensaje ni nada?"
- "Nada de nada. Te lo dije o no?"
- "Pues verás esta noche en la fiesta el montón de chicos que van a venir...vas a tener donde escoger!!" - dijo Belle entre risas.
[...]
Llegó la noche y comenzó la fiesta en el 23 de Aldridge Road:
- "Annie!!Este es Spike!!"
Digamos que Spike no era precisamente el tipo de Annie. Camiseta grunge y rota, los pantalones, igual, y un aspecto desaliñado como el que más. Lo peor de todo era que todos los amigos de Belle eran del mismo estilo. Spike seguía contandole su vida a Annie, cuando aparece Belle:
- "Eh tú, saco de pelos andante!!Quitate que Annie tiene una llamada!!...Tú, ya lo has oído, una llamada!!" - Decía una Belle que, con un par de copas ya en la cabeza, desapareció entre la multitud.
Annie se abrió paso como pudo hasta el teléfono. Era Jean, una amiga del grupo, diciéndole que al día siguiente había comida en su casa y que no podía faltar. Colgó el teléfono y se dirigía a su sillón de nuevo, cuando el teléfono sonó de nuevo.
Annie abrió la puerta y Danny cerró su paraguas y se apresuró a entrar. Se hicieron un hueco en la cocina para sentarse y hablar. Belle no tardó en acercarse tambaleándose:
- "Dime que este no es el chico del que me hablaste el otro dia, por favor! Estaría muy feo que te llevaras de calle al más...bueno, ya sabes, en la fiesta de cumpleaños de tu mejor compañera de piso, verdad?" - Dijo Belle, intentando vocalizar, pero sin éxito.
No pudo Annie contestar cuando ya se habían llevado a Belle por ahí de nuevo. Las copas volaban de las manos de Annie y de Danny también, aunque seguían pasando desapercibidos en la fiesta. Terminó todo, pero Danny se quedó en casa. Él y Annie se quedaron en el salón viendo una película, mientras Belle escalaba acompañada y como podía las escaleras a su habitación. Annie estaba nerviosa, hacía mucho tiempo que no se encontraba en una situación similar.
Al día siguiente, Annie estaba dormida en el sofá cuando escuchó que la llamaban, y no era Belle, que en ese momento, a duras penas podía saber donde estaba. Danny se había quedado dormido con ella. Ya eran las diez de la mañana y él la despertó. Desayunaron y cada uno se fue a su trabajo. A partir de ese día, comenzaron a salir más amenudo, los detalles se sucedían, al igual que las visitas, los paseos infinitos y las noches mágicas. Belle sabía que Annie se estaba enamorando. Annie sabía que ella se estaba enamorando, pero no lo quería ver. Sabía que si se enamoraba, todo aquello que era tan genial se iba a estropear en un pestañeo. Porque alguien como Danny no se iba a enamorar de ella, estaba segura. Además, había otra chica de por medio llamada Sherry con la que había una historia muy extraña. Bella le dijo a Annie varias veces que no se preocupara, que esa no era problema alguno, pero Annie no le creyó.
Pasaban los días y los meses, y si bien ella reconocía más y más lo que sentía, cada vez se veían menos. Todo iba bien hasta que quedaron un día para comer en Camden. Él había conocido a otra chica y les iba muy bien. Annie no podía hacer otra cosa que sonreir y alegrarse por él, pero en realidad no le gustaba nada. Esa tarde, Annie volvió andando a su casa desde el centro. Sola por primera vez desde hacía mucho tiempo. Y todavía sin despertar del sueño. Llegó a su casa y pidió a Belle que se sentara con ella a hablar:
- "Te dije que le gustabas, una y otra vez, y tu qué? Pues como una tonta, sin creertelo. Haz algo, pero ya!"
- "Y yo qué hago ahora? Ya no puedo hacer nada. Está todo hecho. Y todo por mi culpa."
Annie se fue a la cama. Pero no podía dormir. Decidió levantarse e ir al parque donde se encontraron aquella noche. Cogió el osito. Se puso la misma ropa de aquel 6 de octubre y salió de su casa. Se sentó en el banco, mojado del llanto del cielo, y se puso a pensar. Lo que decía Belle tenía sentido: las cartas, los mensajes, las conversaciones, los detalles...y ella como una tonta riéndose de cada una de las palabras bonitas que él le había dicho. No por burlarse de él, sino por timidez, nerviosismo...por estar enamorada. La simple idea de tener que olvidarlo hacía que le doliera hasta el alma. Y mientras sonaba en su cabeza la canción que habían cantado mil y una veces, todos aquellos momentos, todas aquellas miradas, los abrazos, las risas...todo se ahogaba en los charcos de aquel parquecillo de Notting Hill donde una vez empezó algo que pudo haber sido la historia más bella que ella jamás podrá contar.
Necesito una máquina del tiempo...:'(
Jackson 5 - I want you back
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